Comer por emociones

En muchas ocasiones lo que comemos está influenciado por cómo nos sentimos, es decir,  la alimentación al ser un acto social está ligada a nuestras emociones y sentimientos. Es común, que cuando estamos en una fiesta o reunión con amigos comemos más alimentos de los que comeríamos regularmente y cuando acabamos de recibir una triste noticia el apetito no aparece y las ganas de comer disminuyen.

Aunque nuestro cuerpo tiene requerimientos nutrimentales específicos para realizar todas sus funciones, en muchas ocasiones los alimentos que consumimos los seleccionamos dependiendo de las emociones por las que estamos pasando; como tensión, tristeza, felicidad o miedo, haciendo que la alimentación además de desempeñar un proceso fisiológico también llene un vacío emocional.

La alimentación es un acto social y placentero, une familias, reúne amigos, satisface de forma personal y los olores y sabores te pueden recordar momentos pasados. Pero cuando el consumo no es únicamente por necesidad o placer, sino  el consumo de alimentos depende de un estado de ánimo, el bienestar que produce es temporal y no modifica o mejora nuestras emociones causando un desequilibrio en la relación personal que se tiene con los alimentos.

Pero…. ¿Cómo podemos darnos cuenta si estamos comiendo por emociones o por hambre física?

En el siguiente listado se muestran algunos de las acciones que se presentan al tener un consumo de alimentos basado en emociones.

  • Comes apresurado y cuando terminas el plato te llegas a sorprender de que este ha terminado.
  • Cuando estás estresado o con tensión, sueles
    premiarte con golosinas.
  • Necesitas de un alimento o bebida específica para iniciar el día o poder dormir.
  • En tus días de descanso, te premias con comida por tu demandante jornada laboral.
  • No reconoces cuando realmente tienes hambre.
  • No logras diferencias entre sed y hambre.
  • Cuando estas solo, prefieres no comer o comes más de lo que comerías acompañado.

La alimentación emocional no es considerada una enfermedad o un trastorno, pero si no distinguimos nuestras emociones y no sabemos llevarlas de forma correcta sin la necesidad de llenar este vacío con alimentos, estos actos recurrentes pueden llegar a causar problemas de salud y nutrición.

Si identificas tener una alimentación basada en emociones te invitamos a contactar a un profesional de la salud para trabajar en tu relación con los alimentos.

Pastel de zanahoria “overnight” oats